Estrategia

La población urbana crece a un ritmo del 2%, así que en 2050 tendremos a tres cuartos del total de seres humanos en grandes metrópolis, lo que genera un problema de movilidad de enormes dimensiones.

Un importante porcentaje del PIB, mayor cuanto más grande es la ciudad, se pierde por los problemas de movilidad, sin contar con el elevadísimo precio sanitario y humano de la contaminación, ya que según la Organización Mundial de la Salud, tres millones de muertes prematuras se deben a la baja calidad del aire contaminado por el tráfico urbano.

la mayor parte del espacio disponible en las urbes se dedica a que aparquen los coches, y no a que las personas puedan disfrutar de las ciudades.

La rápida popularidad de los vehículos de movilidad personal, como los patinetes eléctricos, se explica porque ayudan a resolver el problema de la movilidad urbana gracias a su agilidad y a su capilaridad, ya que puedes llegar de puerta a puerta.

Esta micromovilidad es aprovechada por todas las personas que se desplazan por las grandes ciudades, y no solo por quienes utilizan vehículos de movilidad personal, ya que descongestiona el tráfico de coches y también el transporte público.

El avance tecnológico ha multiplicado la eficiencia de las soluciones de movilidad personal, por lo que ya no existen ciudades sin este tipo de vehículos.

Además, representan una gran ventaja económica para las personas y también para el país dado que se trata de energía local, no importada, muy barata y sin huella ecológica.

Los vehículos de movilidad personal son una disrupción que se debe ver más como una oportunidad que como un problema. Por desgracia, la velocidad del progreso tecnológico es mucho más rápida que la de los marcos regulatorios.

El miedo a lo desconocido hace que mucha gente vea a estos vehículos de movilidad personal con temor, pero solo por parte de las personas que no los han utilizado.

Los vehículos de movilidad personal deben ser normalizados cuanto antes en la vida ciudadana y debe existir una integración de servicios de movilidad pública y personal, de manera que se puedan transportar vehículos de movilidad personal ligeros en el transporte público, como metro, autobuses o trenes, igual que se lleva en el maletero de los coches privados.

Por desgracia, las administraciones públicas menos eficaces y competentes prefieren prohibir antes que legislar con sensatez porque es mucho más fácil, aunque prohibir no sirva para solucionar los problemas.

En el lado opuesto hay una tendencia hacia la hiperregulacion que intenta sustituir los principios, como el sentido común o el respeto, que deben tener las personas que utilizan la vía pública, cualquiera que sea su método de transporte. Eso convierte a los ciudadanos en niños con una normativa imposible de recordar por su complejidad, distinta en cada ciudad, y muchas veces imposible de cumplir por su falta de lógica.

La única solución razonable es sentarse a compartir expectativas y experiencias entre todos los implicados, asumiendo que cada parte puede aprender de las otras.

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